El burro, el zorro y el león
Fábulas de Esopo
En un bosque donde los árboles eran altísimísimos y el sol jugaba entre las hojas, vivían muchos animales. Un día, un burro un poco ingenuo y un zorro muy astuto decidieron que serían grandes amigos y que saldrían juntos a buscar comida.
"¡Qué buena idea!", dijo el burro, moviendo sus largas orejas. "Tú eres listo y yo soy fuerte. ¡Juntos encontraremos mucha comida!"
El zorro sonrió, pensando que, en efecto, era una buena idea, sobre todo para él.
Así que se pusieron en camino. No habían andado mucho cuando, de entre unos matorrales, ¡apareció un león enorme y hambriento!
El burro se quedó paralizado de miedo, ¡brrr!, sus patas temblaban como flanes.
El zorro, aunque también estaba asustado, pensó muy rápido. Se acercó con cuidado al león y le susurró:
"Señor León, no se preocupe por mí. Si me deja ir, yo le ayudaré a atrapar a ese burro. Conozco un truco para que caiga en una trampa sin que usted tenga que esforzarse".
Al león le pareció un buen trato. Tenía mucha hambre y el burro parecía un buen almuerzo. "Está bien, zorro", rugió bajito. "Pero cumple tu palabra".
El zorro corrió hacia el burro, que seguía temblando.
"¡Amigo burro, amigo burro!", le dijo con voz preocupada. "¡Rápido, sígueme! Conozco un escondite secreto donde el león no podrá encontrarnos".
El burro, confiando en su "amigo", lo siguió sin pensarlo dos veces. El zorro lo guio con mucha maña hasta un hoyo profundo que estaba disimulado con ramas y hojas.
"¡Salta aquí dentro, rápido!", le indicó el zorro.
El burro, sin ver bien dónde pisaba, saltó y ¡plaf!, cayó dentro del hoyo. No podía salir.
El zorro, muy contento de su plan, fue a avisar al león.
"¡Señor León, ya está! El burro está en el hoyo, tal como le prometí".
El león se acercó lentamente al hoyo, miró al burro atrapado y luego se giró hacia el zorro, relamiéndose.
"Muy bien, zorro", dijo el león. "Has cumplido tu parte. Y como ahora tengo al burro asegurado y no se va a escapar, creo que empezaré contigo. Eres más pequeño y serás un buen aperitivo".
Y antes de que el zorro pudiera decir ni pío, el león se abalanzó sobre él. El zorro, que había traicionado a su amigo, fue el primero en ser devorado.
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