• La zorra y el leopardo

    Fábulas de Esopo
    En un claro del bosque, donde los rayos del sol jugaban entre las hojas, se paseaba un Leopardo muy presumido.
    "¡Miren qué belleza!" exclamaba a quien quisiera oírle, mientras se estiraba para lucir su piel moteada. "¡Nadie tiene una piel tan maravillosa como la mía! Mis manchas son perfectas, ¿verdad?"

    Cerca de allí, descansando bajo un árbol, un Zorro astuto lo escuchaba con una sonrisita.
    Cuando el Leopardo terminó de alabarse, el Zorro se acercó tranquilamente y le dijo:
    "Amigo Leopardo, tu piel es ciertamente muy bonita y llamativa, no hay duda."

    El Leopardo infló el pecho, orgulloso. "¡Claro que sí! Es la más hermosa de todo el bosque."

    "Pero yo creo que tengo algo mucho más valioso aquí dentro," dijo el Zorro, tocándose la cabeza con una pata.

    "¿Ah, sí? ¿Y qué podría ser más hermoso que mis manchas?" preguntó el Leopardo, un poco sorprendido.

    "Mi inteligencia y mi astucia," respondió el Zorro con calma. "Son adornos que no se ven a simple vista, pero me ayudan a resolver problemas y a vivir bien cada día. Eso, para mí, es mucho más importante que tener la piel más pintada del bosque."

    El Leopardo se quedó pensando. Quizás el Zorro tenía razón.

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