El Palacio de Hielo
Cuentos de Andersen
En un país de montañas altísimas, donde la nieve brilla como azúcar glas, vivía un niño llamado Rudy. Un día terrible, mientras cruzaba un glaciar con sus padres, su mamá cayó en una grieta profunda. Su papá logró salvar a Rudy, pero la mamá se quedó en el hielo para siempre.
Rudy creció con su abuelo, en una casita rodeada de picos nevados. Se convirtió en un joven fuerte y valiente, el mejor cazador de gamuzas y un guía experto de las montañas. Conocía cada sendero y cada secreto de las alturas.
Pero en esas montañas también vivía alguien más: la Doncella de Hielo. Era la reina del frío, con ojos como estrellas heladas y un aliento que congelaba las flores. Desde su palacio de cristal, observaba a los humanos, y un día vio a Rudy. Le gustó su valentía y decidió que lo quería para ella.
Un día, Rudy conoció a Babette, la hija del molinero del valle. Babette era dulce, con una sonrisa cálida como el sol de primavera y mejillas rosadas. Rudy y Babette se enamoraron profundamente y pronto decidieron casarse. ¡Qué felices estaban!
Para celebrar su compromiso, viajaron a un pueblo hermoso junto a un lago grande y azul, camino a la iglesia donde se casarían. Decidieron dar un paseo en barca y se detuvieron en una islita verde y tranquila en medio del lago. Babette tenía un gatito juguetón que los acompañaba.
Mientras Babette recogía flores silvestres y el gatito perseguía mariposas, Rudy se acercó a la orilla del agua. De repente, sintió un frío intenso, como si el invierno hubiera llegado de golpe. La Doncella de Hielo, que lo había seguido en secreto, invisible para Babette, aprovechó ese momento. Se acercó a Rudy y le dio un beso, un beso frío como el hielo más puro.
Ese beso helado le robó el aliento a Rudy. Perdió el equilibrio, tropezó y cayó a las aguas profundas y frías del lago.
Babette escuchó el chapoteo y corrió hacia la orilla. Llamó a Rudy una y otra vez, con el corazón encogido de miedo, pero solo el eco de las montañas le respondió. Rudy no volvió a salir.
La Doncella de Hielo se había llevado a Rudy a su reino helado, para tenerlo con ella para siempre. Babette lloró durante muchos días y noches. Su corazón estaba roto. Con el tiempo, el dolor se hizo un poquito más suave, como una herida que cicatriza, pero nunca olvidó a su valiente Rudy, el chico de las montañas que un día se perdió en el abrazo frío del hielo.
1498 Vistas