Los siete cuervos
Cuentos de los Hermanos Grimm
En una casita rodeada de un jardín lleno de flores, vivía un papá con sus siete hijos. Este papá quería mucho a sus hijos, ¡eran siete! Todos niños. Pero en su corazón, soñaba con tener una niñita. Y un día, ¡zas! Nació una bebé. ¡Qué alegría! Pero la bebé era muy pequeñita y un poco débil.
El papá, preocupado, dijo a sus hijos: "¡Corran al pozo y traigan agua fresca para bautizar a su hermanita!" Los siete hermanos corrieron como el viento, pero al llegar al pozo, empezaron a jugar a ver quién llenaba primero el cántaro y, ¡plaf!, el cántaro se les cayó dentro del pozo.
No sabían qué hacer y tardaban mucho en volver. El papá en casa se impacientó y, sin pensar, mirando al cielo, gritó enfadado: "¡Ojalá se convirtieran todos en cuervos!" ¡Y puf! Apenas dijo eso, escuchó un fuerte aleteo sobre la casa y vio siete cuervos negros como el carbón volando hacia el bosque. El papá se sintió muy triste, pero ya no podía hacer nada.
La niñita creció fuerte y bonita. No sabía que tenía hermanos, hasta que un día escuchó a la gente del pueblo cuchichear sobre "los siete hermanos cuervo de la casa del jardín". Ella preguntó a sus padres y ellos, con lágrimas en los ojos, le contaron la triste historia. La niña se sintió responsable y decidió que tenía que encontrar a sus hermanos.
Así que, un día, sin decir nada a nadie, tomó un pedacito de pan para el camino, una botellita de agua y un pequeño anillo que le había regalado su mamá, y se marchó en busca de sus hermanos.
Caminó y caminó, más allá de donde el sol se esconde. Primero llegó al Sol. ¡Uf, qué calor hacía allí! El Sol, con su cara redonda y brillante, le dijo: "Niña, aquí te vas a derretir como un helado. ¡Sigue tu camino!"
La niña corrió y corrió hasta que llegó a la Luna. ¡Brrr, qué frío hacía! La Luna, pálida y misteriosa, susurró: "Huelo a niña... ¡No me gustan las visitas por la noche! ¡Vete, vete!"
Asustada, siguió caminando hasta que encontró a la Estrella de la Mañana. ¡Qué amable era! Brillaba con una luz suave y dulce. "Pobrecita", dijo la Estrella. "Sé dónde están tus hermanos. Viven en la Montaña de Cristal. Toma esta patita de pollo mágica. Te servirá de llave para abrir la puerta de la montaña".
La niña agradeció a la Estrella y siguió su camino hasta que llegó a la Montaña de Cristal. ¡Era altísima y resbaladiza como un tobogán de hielo! Buscó la cerradura, pero ¡ay! En el largo viaje, había perdido la patita de pollo. ¿Qué podía hacer? Quería tanto a sus hermanos que, sin dudarlo, sacó un pequeño cuchillito que llevaba, se cortó un trocito de su dedo meñique, lo metió en la cerradura y ¡clic! La puerta se abrió.
Dentro, un enanito muy pequeño la recibió. "¿Qué buscas, niña buena?", preguntó el enanito. "Busco a mis siete hermanos cuervo", respondió ella.
El enanito sonrió. "Los señores cuervos no están en casa ahora, pero pronto volverán. Si quieres, puedes esperarlos".
El enanito preparó la mesa con siete platitos pequeños y siete vasitos pequeños. La niña, con mucho cuidado, comió una miguita de pan de cada platito y bebió una gotita de agua de cada vasito. En el último vasito, dejó caer el anillo de su mamá.
De repente, ¡fruu, fruu! Se escuchó un aleteo y entraron los siete cuervos. Fueron directos a sus sitios en la mesa.
El primer cuervo dijo: "¿Quién ha comido de mi platito?"
El segundo: "¿Y quién ha bebido de mi vasito?"
Así hasta el séptimo, que al beber de su vaso, encontró el anillo. Lo miró y dijo: "¡Este anillo es de nuestra madre! ¡Ojalá nuestra hermanita estuviera aquí para salvarnos!"
La niña, que estaba escondida detrás de la puerta, escuchó esto y salió corriendo. "¡Aquí estoy, hermanos!", gritó.
¡Qué sorpresa! En ese mismo instante, los siete cuervos se transformaron en sus siete hermanos, ¡tan guapos y fuertes como antes! Se abrazaron todos muy, muy fuerte, llorando de alegría.
Todos juntos, la hermana y sus siete hermanos, regresaron a casa. ¡Imaginen la felicidad de sus padres al verlos llegar! Y desde ese día, vivieron todos juntos y muy, muy felices, y nunca más nadie en esa casa dijo palabras feas sin pensar.
1114 Vistas